Hoy te voy a compartir cosas que me hubiera gustado conocer antes del juicio oral.
Te cuento el caso: hace ya muchos años recibimos en nuestras oficinas a dos ciudadanos extranjeros acusados del delito de amenazas coactivas. Estos dos ciudadanos habían recuperado su libertad hace pocos días y tenían que desarrollar rápidamente una estrategia para ir al juicio oral. ¿por qué? Porque la oficial de policía que intervino, convocada por la denunciante en aquel momento, había tipificado el caso como un caso de flagrancia, situación que había sido mantenida por el fiscal. Esta mujer, abogada, denunciante, había participado activamente en la etapa previa al juicio; así que estábamos decididos a enfrentarla con todas las verdades en el juicio oral y público, porque mis clientes, que eran extranjeros, no manejaban muy bien el español, y jamás podrían haber proferido ese tipo de palabras en contra de aquella mujer. Por otra parte, según lo que habíamos podido investigar, el policía no había presenciado estas palabras amenazantes y se había basado solamente en los dichos de la denunciante. Es decir, discutíamos también el procedimiento en flagrancia.
Cuando llegó el día del debate oral y público, mis asistidos estaban en una situación realmente apremiante, porque si ellos eran condenados seguramente iban a expulsarlos del país y, por lo tanto, iban a perder el contacto con su familia, iban a perder sus negocios, y toda la proyección de vida que habían encarado aquí, en la República Argentina.
Por esto, estábamos muy ansiosos y alertas al desarrollo de este debate oral y público, y ¿sabes lo que pasó? El testigo que declaró en primer lugar fue el policía, porque la denunciante no llegaba; y, a partir de preguntas que pudimos realizarle, tanto la fiscalía como nosotros comprobamos y confirmamos que él le había imprimido el carácter de delito cometido en flagrancia, pero no había presenciado absolutamente nada, simplemente escuchó a una de las partes, y así resolvió detener; como si esto no tuviera ninguna incidencia en la vida de los involucrados.
Por otra parte, esta mujer, denunciante y colega, no se presentó a declarar en el juicio oral, lo que a mí me llevó a confirmar una frase que vengo repitiendo constantemente: ‘‘las mujeres también mienten’’.
Por lo tanto, con las pruebas a la vista, no tuvo más opción el señor fiscal que desistir de la acusación. Es decir, mi primera experiencia en el juicio oral me dejó estas enseñanzas, y también me enseñó que es muy importante comprobar que tu cliente no es aquel que dice el expediente, que tienes que creer en él y que tienes que investigar lo suficiente como para demostrarle al juez, al fiscal y a quien sea, que los hechos tienen también otra versión.
Ahora te pido me cuentes cómo ha sido tu primera experiencia en juicio oral, u otra anécdota de algo que te haya marcado en tu carrera profesional. Te leo.