Elementos claves que componen una teoría del caso

Para plasmar una teoría del caso frente a un juicio oral el litigante deberá buscar la manera de prevalecer, y para ello tendrá que encontrar la manera de explicar fácilmente que es lo que pasó y porqué debería ganar su causa.

Para tener éxito en esta tarea es fundamental saber en cuáles elementos deberán enfatizarse en su teoría del caso, y cuáles por su insignificancia podrían ignorarse.

El litigante debe encontrar la manera de entregar un producto que desde todo punto de vista sea lógico, que haya una correspondencia entre lo que se desprende de la prueba con los hechos relatados. Si no hay cohesión entre estos elementos el caso se desvanecerá rápidamente

¿Cómo podemos diseñar de forma eficiente este producto a fines de lograr el efecto esperado?

Debemos recordar que al momento de presentar nuestro caso hay que pensar en cómo disminuir el impacto que podrían tener los puntos débiles de nuestra teoría, ofreciendo una explicación alternativa al juez.

Por esa razón si elegimos ignorar las debilidades, podría ser interpretado como un ocultamiento de información lo cual es absolutamente nocivo para nosotros.

Entonces, la solución que proponemos para nuestra hipótesis deberá estar acorde con el sentido común y con los principios de justicia. Para ello se deberá evitar utilizar teorías del caso exageradas o demasiado ambiciosas que sean difíciles de demostrar.

En el siguiente artículo te comparto cuáles serían los elementos básicos que componen una teoría del caso.

Elementos de la teoría del caso

El litigante deberá estudiar, analizar y decidir qué postura va a asumir respecto a cada uno de los tres elementos que se detallan a continuación.

Los hechos, las proposiciones fácticas

A diferencia de lo que sucedía en el proceso escrito, donde había prevalencia del derecho por sobre los hechos, la oralidad nos exige responder a la pregunta principal: qué es lo que realmente pasó. El juez abocará todo su trabajo para resolver este interrogante y ud como litigante deberá tener en mente una respuesta lógica.

Partiendo de que todo siniestro siempre presenta más de una versión sobre los hechos. Por ejemplo, la parte que representamos, María, podría decir que había venía manejando correctamente, respetando las normas de tránsito, dentro de la velocidad permitida y prestando absoluta atención, por lo tanto, no fue quien con su acción u omisión ocasionó el accidente.

Las cosas no son lo que parecen

Del otro lado, José, nuestro adversario, tratará de demostrar que fue María quien venía a alta velocidad, cruzó el semáforo en rojo y que mientras manejaba iba hablando por teléfono. Por lo tanto, va a defender su postura de que María fue la causante del siniestro.

Estamos frente a un caso habitual pero indudablemente complejo, incluso desde lo probatorio. Nosotros los litigantes podremos saber cuál de las versiones es la más aproximada luego de haber investigado todo cuanto estuviera a nuestro alcance, no podemos guiarnos por las versiones de María o de José por pura fe. 

La investigación es crucial para sea lo que sea que quieras demostrar

Mientras se busca la manera de explicar cuál de las dos versiones resulta más acorde, también tiene que poder explicar conforme al relato quién de los dos litigantes obró imprudentemente.

Pero más allá de estas clásicas y contrapuestas versiones existen las versiones de otros que no son los protagonistas en el asunto. Estas pueden ser las versiones que brindan los testigos del hecho, la que surge del informe policial, la del mecánico que revisó el vehículo, la del personal de salud que atendió a las víctimas, etc.

Ud podría explicar su caso tomando cualquiera de todas las versiones disponibles. Es decir podría armar el relato de los hechos que presentará a juicio cuando haya analizado todas las versiones que existen sobre un mismo asunto.

Para poder hacerlo correctamente el litigante deberá realizar una investigación preliminar que consiste en lo posible, en entrevistar a los testigos, a los de actuación, solicitar y revisar las cámaras que hay colocadas en la vía pública.

Hablar con el experto, pedir varias opiniones sobre la mecánica del choque entre los dos vehículos, investigar a la parte contraria, consultar a María si realmente venía hablando por teléfono, etc. Y tantas otras medidas que su imaginación le proponga.

La fase 2 de toda investigación

La segunda fase de este trabajo previo al juicio consiste en listar los hechos para poder discernir cuales son los hechos fuertes, es decir aquellos que la contraparte prácticamente no podrá discutir y cuales son mis debilidades.

Para ello debe conocerlas y ensayar una explicación. Porque mi fragilidad será la robustez del adversario.

Una vez concluido dicho análisis, deberá ofrecer una explicación sencilla que en pocas líneas pueda transmitir la propia versión sobre los hechos. Es recomendable trabajar utilizando el método de superposición de las proposiciones fácticas, el cual consiste, resumidamente, en poder determinar la contundencia de una proposición fáctica confrontándola con otra igualmente razonable y creíble. 

Una vez realizado podrá delimitar qué tan fuerte o débil es su postulado y si es posible que la contraparte se valga de su proposición para su propia teoría del caso. Si su postulado es débil no podría asumirlo como un hecho principal.

Elementos probatorios

La oralidad exige que debamos probar aquello que alegamos, demostrar en vivo que los hechos sucedieron tal como lo hemos narrado ya sea en nuestros escritos o en las alegaciones iniciales. Es decir que para lograr este objetivo necesitamos analizar las evidencias y recolectar todas aquellas que sustentan nuestra teoría del caso.

A veces los litigantes llevamos casos que ofrecen multiplicidad de opciones probatorias y otros que carecen de las mismas. Por eso es importante trabajar anticipadamente y conseguir tanta evidencia como sea posible. Aquí el análisis versará sobre los testigos, deberé preguntarme acerca de sus condiciones personales, acerca del modo en el que han percibido los hechos y también sobre su credibilidad.

Siempre hay un lugar para la opinión de un experto

Debemos pensar si es necesario acudir al asesoramiento de un perito. Si nuestro caso requiere de la intervención de un experto para llevar conocimiento y precisión sobre un asunto complejo, debemos entonces valernos de esta posibilidad.

También es importante enumerar la prueba documental que necesitamos presentar para probar la legitimación en el proceso o para rechazar la que pretende la adversaria, como también para probar los hechos en sí. Debemos pensar cuál es el modo de obtención más ágil e idóneo para acreditar su veracidad.

Muchas veces acudimos al proceso y es a través de la prueba informativa que completamos cierta información. Sin embargo, hay que pensar cómo anticiparnos a su resultado puesto que no podemos ofrecer prueba que dañe nuestra teoría del caso.

No hay que buscar mucho si hay opciones disponibles otros instrumentos que podrían ser exhibidos durante el juicio con la finalidad de lograr convicción respecto de quien debe decidir.

Una vez recolectada toda la evidencia debemos analizarla, bajo tres condiciones, que a continuación se mencionan, y que actúan como filtros que me permitirán determinar si la prueba debe o no ser ofrecida:

a. Legalidad:

Vinculada a las condiciones de obtención de la evidencia.

Los principios de buena fe y lealtad procesal impiden al litigante valerse de pruebas que han sido obtenidas ilícitamente. Por ejemplo, no podría el litigante en el fuero civil utilizar evidencias que se han incorporado en un expediente penal violentando garantías constitucionales.

sobre las que incluso se está impulsando un decreto de nulidad y por ende la exclusión, salvo que en aquel otro proceso esté defendiendo la legitimidad de su obtención.

Lo correcto y lo incorrecto al litigar

No es correcto tampoco hacer uso de pruebas ilegales, en este sentido la oralidad pondrá en evidencia al litigante que pretenda valerse de testigos que relatan hechos falsos, o de aquellos que tergiversan el significado de los hechos.

Esta actitud desleal no sólo afectará su reputación sino que además dañará su caso.

Tampoco podrá presentar en el juicio prueba que haya sido obtenida a través de la comisión de un hecho ilícito, por ejemplo, documentos que fueron sustraídos a su dueño.

He visto que esta categoría puede incluirse a aquella evidencia que ha sido obtenida mediante engaño u obrando de mala fe.

Cualquiera sea la prueba de que se trate, si la obtención ha sido valiéndose de hechos ilícitos, jamás podría ser utilizada por un litigante honesto.

b. Pertinencia:

A diferencia de lo que sucedía en el sistema escrito, donde las partes solicitaban variedad de pruebas informativas, la oralidad exige que debamos ser precisos, es decir no ser sobre abundantes.

Imaginemos un desfile interminable de testigos o de peritos que fueron citados para probar un solo hecho, el juez estaría abrumado de tanta información y ya no recordaría la finalidad para la cual se los ha ofrecido. 

Durante un juicio el tiempo no sólo es escaso, sino que también es un valor para respetar. Por ello el litigante deberá analizar anticipada y conscientemente que prueba será necesaria y útil y cuál podría ser superflua.

Pero el trabajo del litigante también deberá contemplar cuál ofrecerá el adversario para poder aportar alguna que permita derribar la certeza o credibilidad que pretende, como también que le permita refutar la versión de los hechos que alega.

Recordemos que las audiencias testimoniales no sólo tienen la finalidad de probar los hechos del caso, sino también de disminuir o aumentar la credibilidad de los testigos, de probar otros hechos previos al juicio, la relación entre las partes con los testigos que se ofrecen, cuestionar los documentos o peritajes e incluso dar una versión distinta de la misma.

Es decir, hay que pensar en el material probatorio en todas sus posibilidades.

c. Credibilidad:

En todo proceso oral el litigante buscará persuadir, es decir convencer. Este objetivo que es central no podría lograrse si la prueba de la que se vale no cumple con esta condición de credibilidad o si no está acorde a nuestra teoría del caso, o no se corresponde con la imagen que queremos transmitir de nuestro representado.

Por ello hay que demostrar que cada elemento probatorio cumple con esa condición de credibilidad. Si es un documento, que emana de una repartición pública o fue certificado o reconocido por una o ambas partes.

Si se trata de un testigo, debe acreditar que hay buenas razones para creer en él, que no tiene un interés en el resultado del juicio, que no va a mentir.

Contemplar esta condición de credibilidad con la que se debe acompañar a toda la prueba que se presente en el juicio, es esencial si queremos lograr el mejor de los resultados a nuestro alcance. En definitiva, el litigante debe trabajar exhaustivamente en su caso antes de presentarlo al tercero imparcial que es el juez.

La teoría jurídica

Todo caso deberá ser presentado bajo el manto de la ley.

Cierto es que las normas son postulados indefinidos, hipotéticos que establecen conceptos muy generales que obligan al litigante a demostrar cual es la correspondencia con el caso que plantea.

El abogado deberá demostrar porque la ley que cita es la que mejor se adapta al caso. Deberá cumplir con la carga de acreditar que se dan los presupuestos legales para citar un determinado artículo del código, y refutar aquel que pretende el adversario.

Para ello deberá conocer el derecho sustantivo, el cual abarca la ley, la doctrina y la jurisprudencia.

Es importante mencionar que el sustento legal que realice en sus escritos deberá sostenerlo en toda audiencia oral. Por ello es imprescindible que, al citar jurisprudencia, conozca los hechos del caso que le sirvieron de fuente, y que pueda demostrar cierta similitud entre aquellos y los que se debaten en este juicio. 

La preparación estratégica del caso requiere de mucho estudio, estar informado sobre las discusiones que se dan en la doctrina para que el abogado pueda fundamentar el porqué si debe o no debe aplicarse tal concepción al asunto que plantea.

Además de los requisitos obligatorios que se han enunciado previamente, la teoría del caso debe reunir los componentes que se describen a continuación.

Componentes de la teoría del caso

Narrativa de los hechos

Se trata de contar una historia lógica, para que sea fácilmente aceptada. Para ello deberá aportarse información sobre lo que ocurrió antes, durante y después del evento. Respondiendo a las preguntas de quien lo hizo, porque lo hizo, cuáles fueron las consecuencias de ese evento, quien investigó, quién podría estar mintiendo y cual es el motivo para hacerlo. Además debe incluir detalles sobre el caso.

Motivos

El juez necesita saber cuáles son las razones que llevaron a las partes a actuar de la manera en que lo han hecho. Nuestra teoría del caso debe contestar a la pregunta de por qué el conductor embistió al actor. O por qué violentó la señal de tránsito. Aquí se podría hacer referencia a las razones morales o éticas, por ejemplo, al espíritu de justicia que el caso llama a aplicar.

Emociones

Una buena y persuasiva teoría del caso debe hacer uso de las emociones para vincular al juez con la parte que represento y de esa forma pueda sentirse inspirado a resolver a nuestro favor. Para lograrlo la historia que contemos debe ser absolutamente descriptiva y abordar los sentimientos que acompañaron a las partes durante el suceso y posteriormente a él.