La oralidad es el camino que nos expone en la vidriera, nos delata en las debilidades y nos exalta en las virtudes. No sólo nos obliga a cumplir el compromiso que hemos asumido al encargarnos del asunto, sino también el compromiso que hemos asumido con toda la sociedad, al presentarnos como abogados, representantes de la justicia.
La oralidad supone la superación en la calidad de la información que llega a conocimiento del magistrado.
Sabido es que, el objetivo principal de todo sistema procesal es, sin lugar a dudas, el de dictar justicia, mal podría dictarse si nos basamos en hechos falsos, datos incorrectos, falsas declaraciones, tergiversaciones en la valoración de la prueba o tantos otros recursos que fueron utilizados y que dañaron la fe en nuestro sistema judicial.
La oralidad es el camino
Dictar justicia en un caso concreto es un modo civilizado de brindar una solución adecuada respecto a un conflicto, que las partes plantean frente al juez. Para ello deberán invocar la producción de ciertos hechos con relevancia jurídica y acreditar a través de las pruebas que se vayan produciendo en el juicio oral porque deben ganar. Deberán argumentar en la ley sus peticiones y responder a las discusiones que se puedan suscitar.
En este sentido La oralidad es el camino y se exige poner en el centro de la escena a los hechos controvertidos. A diferencia de lo que sucedía en el sistema escrito donde el foco de atención estaba en la ley y su aplicación.
La oralidad pone al descubierto, entre otros aspectos, las falencias de nuestras presentaciones, la incompleta preparación del caso, la correspondencia o no de la prueba con lo peticionado.
La investigación es crucial para llegar a la mejor conclusión
Esa representación que se hace en los estrados judiciales de hechos que han sucedido en el pasado, debe guardar cohesión con lo vivido realmente.
La oralidad restringe la posibilidad de valerse de artilugios, de la mala fé que tanto tiempo fueron utilizados, sea para dilatar el proceso o para pervertir la verdad.
La verdad en el sistema escrito se convirtió muchas veces, en algo inalcanzable para las partes, en una materia secundaria, casi superflua, para el proceso judicial.
Tu Testigo es tu mejor apoyo
Por ello debemos afirmar que La oralidad es el camino pero en un sistema oral no sólo se le advierte al testigo o perito, que si falsea un hecho ya sea callando la verdad u ocultando información, puede ser sometido a castigo penal, sino que se nos exige que actuemos si a pesar de las advertencias el delito es cometido.
Pero, además, exhibe a plena vista al deshonesto ciudadano que a pesar de jurar decir todo lo cierto de cuanto supiere, violenta la ley, peor aún su espíritu. Y entonces el juez ya no puede hacerse el distraído y una falta tan grave como la que se enuncia, no podrá pasar inadvertida para nadie nunca más.
Pero otra de las bondades de la oralidad, es sin lugar a duda, que se nos exige a todos los que somos operadores del derecho y representantes de la Justicia, compromiso y excelencia en todo lo que hacemos.
El beneficio para el ciudadano es inconmensurable, puesto que se le abren las puertas de los estrados judiciales, esas que por tanto tiempo permanecieron cerradas bajo candado. De ahí la importancia de que los abogados estemos preparados para enfrentar estos desafíos. Nuestro trabajo está a la vista de todo el mundo y debemos estar a la altura de las actuales exigencias de nuestra profesión.
Porque nuestra misión es, que la justicia recupere ese valor supremo, que sea realmente alcanzable para los ciudadano y que deje de ser una utopía.
Te queremos presentar nuestros cursos de litigación e interrogatorio Por ello afirmo que, la oralidad, es la verdadera forma de encaminarnos hacia una verdadera justicia inclusiva.
Por Déborah Huczek
Especialista en Derecho Penal, máster internacional en Juicio Oral